martes, 28 de abril de 2015

Una historia oral de Las Meninas con Santiago García y Javier Olivares

Durante el pasado Salón del Cómic de Barcelona, Santiago García y Javier Olivares se llevaron el premio a la mejor obra de autor español por Las Meninas, un premio muy merecido por el que me alegré mucho ya que supone un reconocimiento a un gran esfuerzo de seis años que ha culminado en una obra excepcional. Además, en un par de días, Absence y yo teníamos una cita concertada con ellos para comer los cuarto juntos y entrevistarlos acerca de esta obra que tanto nos gusta a los dos. Una cita que estaba prevista desde hacía  días y, por tanto, sin saber si iban a ganar o no. De hecho, el día que lo decidimos, Santiago decía que si perdían sería una entrevista triste y deprimente, todo lo contrario de lo que realmente fue.

Roser: En vuestro cómic se habla mucho del interés  y la fascinación que ejerce la pintura de Las Meninas en los artistas de todos los tiempos, como Picasso. Eso también se da en El Ministerio del Tiempo aunque, en la serie, juegan a lo contrario ya que es Velázquez el fascinado por Picasso. Algo  que, históricamente, es imposible: que Velázquez pudiera llegar a conocer en persona a Picasso en el siglo XX.

Santiago García: En la serie, Velázquez conoce a un Picasso muy joven y, de ese episodio, me  gustó el diálogo entre ambos. En especial, cuando le interroga sobre su pintor favorito del Prado y este le responde que Goya… Aunque luego añade que Velázquez, también. Luego, cuando Velázquez le pregunta: ¿Ha visto usted las Meninas? Y Picasso¡Sí, claro! Y Velázquez¿Pero las ha visto de verdad? ¿Ha estado horas y horas delante del cuadro?¡Eso me encantó! En cambio, no me gustó que pusieran en boca suyael típico tópico de que se sabe que un pintor abstracto es un genio porque antes, previamente, ha demostrado saber pintar figurativo.

Roser: Bueno, supongo que eso está hecho adrede. Es más, diría que hasta para burlarse de ello.


Santiago García: Del Velázquez de la serie me interesa la paradoja cultural de que no se pueden transportar objetos de una época a otra pero, en cambio, el conocimiento sí que viaja. En realidad no puedes dejarlo aparcado porque, con el paso del tiempo, cada vez sabes más. Así que, un pintor del siglo XVII que hubiera conocido a Picasso no podría volver a su época y seguir pintando tal como lo hacía antes. Por tanto, ahí se está alterando la historia.

Javier Olivares: El conocimiento tiene que ver con lo que ves, con lo que comes, con lo que tocas, de lo que hablas… Es decir, que el conocimiento es todo lo que va contigo. Por eso, ahora no puedes dibujar como una persona del siglo XVII, ni de 1935 por decir algo. Por mucho que imites, hay un montón de cosas que esa gente hacía de forma natural y que tú no puedes hacer. 

Dani:¿Y eso de que en la serie lo tengan un poco como bufón cómico?

Santiago García: A mí me ha sorprendido pero quizá han querido representar la imagen típica del genio artístico caprichoso.

Roser: Pero vosotros también lo pintáis un poco así. O, mejor dicho, muy ambicioso.

Absence: Yo lo veo oscuro y político.

Santiago García: Él era una persona cuyo objetivo en la vida era ascender socialmente. En la Corte acumulaba cargos protocolarios y representativos muchos de los cuales exigían ser cortesano. Por tanto, no lo veo como un niño caprichoso sino más bien como alguien con poder que sabe manejar a la gente.

Roser: Eso tiene relación con su deseo de ser caballero de la orden de Santiago. Era la única forma con la que podría alcanzar la nobleza ya que por familia era imposible. Por eso los caballeros de la Orden, que eran muy elitistas, no querían darle la Cruz.


Santiago García:Tenían toda la razón para no hacerlo porque no cumplía ningún requisito. Nadie de su familia era noble. Ni sus padres, ni sus abuelos ni ningún otro antepasado.

Dani: Otro paralelismo entre la serie y vuestro cómic sois los dos Javier Olivares. Uno guionista y el otro dibujante.

Javier Olivares: Llevamos toda la vida cruzándonos y la gente confundiéndonos. Él es hermano de la crítica de arte Rosa Olivares y, en los años 80, Javier escribía de arte en la revista Madriz. Así que es una persona con la que compartíamos casi los mismos espacios y se daban casos como que me felicitasen por un artículo sobre arte alemán que yo no había escrito, sino el otro Olivares y al revés, que a él le felicitasen por mis historietas de cómic. Eso ya nos pasaba en 1984. Personalmente no nos conocíamos pero sí que sabíamos el uno del otro por las confusiones de la gente. Luego pasaron años sin coincidir hasta ahora, que nos ha vuelto a ocurrir con el cómic  y la serie.

Santiago García: Hace unos días, en una entrevista digital que nos hicieron, a Javier le preguntaron: ¿Ahora vas a dejar los guiones por el cómic?¡Los volvieron a confundir!

Roser: Por cierto, Santiago…Antes hablábamos del diálogo entre el Velázquez y el Picasso del Ministerio del Tiempo sobre si Picasso había estado horas y horas en el Prado ante Las Meninas. ¿Tú también eras de esos que se pasaban  horas y horas fascinado delante del cuadro intentando desvelar el misterio de Las Meninas y por eso has hecho el libro?

Santiago García: No, ¡Qué va! Para mí este cuadro era como El Quijote y otros clásicos que forman parte de la vieja y rancia cultura tradicional que tenemos y, cuando llegan a ti, ni les prestas atención. Como mucho, los ves como un contenido educativo general y aburrido que te obligan a estudiar en el colegio. Y si lo miras desde la perspectiva del siglo XXI, sin cultivar en el arte, probablemente tampoco le encuentres la gracia.



Absence: Cuando estuve por primera vez en el Prado pasé de refilón por Las Meninas porque prefería ir a ver otras cosas como El Bosco.

Roser: Y yo me fui de cabeza hacia las pinturas negras de Goya.

Santiago García: Por compararlo con algo más parecido, puede que la obra de Ribera te llame más la atención. Pero luego, al profundizar en Las Meninas y saber algo más te das cuenta que de lo bueno que es y empiezas a descubrir lo que hay y la importancia de todos los elementos. Esto, por eso, supongo que tiene que ver con que estudié historia del arte y es algo que me cambió.

Absence: E hiciste el doctorado sobre la novela gráfica, ¿no?

Santiago García: Eso fue un trabajo que formaba parte del doctorado pero no era la tesis doctoral como dice todo el mundo en todas partes y, por más que lo desmiento, siempre vuelve a aparecer. Era un trabajo del doctorado. Luego estaba la tesis, que no hice nunca.

Roser: Aunque a primera vista Las Meninas parezca un retrato de la familia real en realidad dice muchas cosas.

Santiago García: Una cosa que toca mucho los cojones son los tópicos del arte contemporáneo que se repiten hasta la saciedad y que hasta han puesto en boca de Velázquez en El Ministerio del Tiempo, como que el arte contemporáneo es impenetrable, esotérico, hay que explicarlo porque si no, no se entiende. Y yo pienso… Sí claro… Y tú vas y entiendes Las Meninas a la primera, ¿no?

Roser: Yo diría que no se entiende, no.

Santiago García: Claro que no. Hay una figuración que, por tradición,te da a entender algo pero, en realidad, no la entiende casi nadie.

Javier Olivares: La gente tiende a pensar que si reconoce lo que hay representado en la pintura, entonces lo entiende. Pero no es así.

Santiago García: El arte está lleno de pinturas alegóricas con multitud de significados que no entendemos porque es como un lenguaje que ya no hablamos. Por ejemplo… ¿Qué significan esos cuadros de vírgenes lanzando chorros de leche a un señor mayor? ¿Cómo lo interpreta alguien que no tenga ningún tipo de preparación académica?

Absence: ¡Y sin haber leído al Hematocrítico!

Javier Olivares: Por culpa de él ahora, cuando voy a un museo, me río al ver los cuadros porque pienso en la lectura que él les va a dar. Pero también hay que tener en cuenta que, a veces, la lectura real es muy esotérica y hay que estar muy preparado para comprenderla. Hay que  saber de mitología, religión…

Roser: Cuando empecé la carrera de historia del arte estaba pez en religión y lo pasé muy mal al principio porque no entendía nada de lo que veía.

Santo Domingo bebiendo leche de la Virgen
Santiago García: Luego hay quien dice que el arte no es cosa de dinero y pienso… ¡Anda que no! Velázquez, Rubens, Rembrandt y todos los demás no trabajaban solo por amor al arte.

Roser: No, trabajaban por dinero. Era su oficio.

Santiago García: Eran como una factoría que se parecían más a la Disney que a otra cosa.Y luego te discuten que el arte era popular y pienso… Sí… Tan popular que el único que veía esos cuadros era quien los encargaba y pagaba para su disfrute privado. Eso es lo que pasó con Las Meninas que, en doscientos años no lo vio nadie. De hecho, no se empezó a enseñar hasta el siglo XIX. Al arte le han caído una cantidad de tópicos impresionantes y, en el fondo, no dejan de ser chorradas que se repiten como que todo lo de antes era maravilloso, que ahora todo es una mierda y que cada vez vamos a peor.

Javier Olivares: Mi formación académica viene de artes y oficios y allí también estudié historia del arte aunque no con tanto detenimiento como vosotros en la universidad. Allí aprendí que cuando te muestran un cuadro y te hablan de lo importante que es te lo crees porque lo dice todo el mundo pero no profundizas en el porqué de su relevancia.

Santiago García: De eso va nuestro libro y no se llama Las Meninas por casualidad. No es una biografía de Velázquez sino de Las Meninas, del cuadro.

Roser: Pero también es biografía de Velázquez aunque de un periodo muy concreto de su vida.

Javier Olivares: Es porque va implícito con la obra.

Santiago García: Hay gente que no entiende que en el libro hayamos incluido esas interpolaciones sobre la vida de otros artistas. En cambio, es fundamental para la historia que contamos.

Roser: Todo son artistas que, en un momento u otro de su vida, se han interesado por Las Meninas y, además, de forma especial.

Santiago García: Es que ellos también han hecho ese cuadro.


Javier Olivares: Y nosotros hemos apostado por ello. Por eso, al final salimos en el dibujo. No es porque nos midamos con ellos ni que pensemos que estamos a su altura.


Santiago García: Si el cuadro es inmortal no es por Velázquez sino por la gente que lo ha visto. Y ahí está otra vez el tópico del valor inmanente de la obra. Si Las Meninas fuera una de las  que se quemó en el incendio del Alcázar nadie habría sabido de ella y, por tanto, no habría llegado a ser una obra maestra. Pero… ¿Quién dice que no era mejor la de la expulsión de los moriscos que pintó en la justa pictórica y que se quemó en ese incendio?

Roser: Pues este podría ser un buen argumento para un episodio del Ministerio del Tiempo. Tener que ir a salvar Las Meninas del incendio del Alcázar.

Santiago García: O también, tener que ir  a quemar la expulsión de los moriscos para que no llegue a ser esa la obra maestra de Velázquez.


Roser: Como esta es la primera vez que tengo la oportunidad de entrevistar juntos al dibujante y al guionista de una obra concreta, me interesa saber cómo os organizáis el trabajo entre vosotros. Aunque el guion es de Santiago, supongo que Javier también tiene un papel importante en ello. Es decir, que no solo se limita a dibujar lo que el guionista le indica.

Santiago García: Después de la entrega de premios del Salón de Cómic estuvimos hablando sobre guiones con Enrique Sánchez Abulí y ahí quedó muy claro que ahora la forma de hacer tebeos es muy distinta de cuando él escribía los guiones de Torpedo. Yo insistía en que nosotros dos trabajamos en conjunto. Por eso, si te fijas, en la portada del cómic aparecemos los dos como coautores y en ninguna parte verás que ponga que uno es el guionista y el otro el dibujante. Eso es algo que queríamos que quedara muy claro. En cambio, en la edición francesa nos la han colado en los créditos.

Javier Olivares: Pero no en la portada sino dentro y eso que dejamos bien claro que ahí teníamos que aparecer igual que en la portada.

Absence: Existe la tendencia a pensar que el guionista está menos valorado que el dibujante. En cambio, esa idea es falsa porque, en vuestro caso, trabajáis de forma que uno y otro os habéis ido influenciando.

Javier Olivares:La gente que viene a decirme que le ha gustado el libro, aparte de comentarme aspectos sobre el dibujo también me habla de otras cuestiones, como escenas que se resuelven de un modo u otro y que no han sido idea mía sino de Santiago. Eso significa que el lector, a veces, no distingue a quien corresponde una cosa u otra y eso es bueno para la historia.

Santiago García:No sé el motivo pero, por lo general, se tiene la manía de hablar por separado del guion y del dibujo. Primero de la labor realizada por uno y luego de la del otro. En cambio, hace poco leímos una reseña de Las Meninas que me encantó porque hablaba de la totalidad de la obra, sin separar guion y dibujo, ya que aquí somos dos autores.

Roser: Yo la veo como una obra muy completa y unitaria donde no se ve por ninguna parte que sea cosas de dos y eso significa que os complementáis a la perfección.

Santiago García: Por ejemplo, en el caso de Beowulf  hubo muchos comentarios sobre el trabajo personal de David Rubín y de si resuelve una página de una forma u otra o inventa un diseño específico para explicar una escena concreta. En cambio, muchas de estas cosas estaban  plasmadas en mi guion y lo que él hizo fue dibujar lo que había en las viñetas y en los planos que yo ponía. Un ejemplo es la página en que se ve a Grendel corriendo por el bosque y con los dientes hacia adelante.



Por otra parte, también hay gente que me ha dicho lo fantástico que le parece el epílogo final en que salimos los dos. Pues eso fue idea de David. Yo me opuse totalmente e intenté convencerlo de mil maneras distintas para que no lo hiciera pero no lo conseguí y, al final, fue como él quería. Y, por otra parte, también hay muchas cosas visuales que, aunque las ha dibujado David, son idea mía. Lo que ocurre es que a veces la gente confunde guion con historia.


Roser: ¿En Beowulf  David y tú habéis trabajado de forma más separada que con Javier en Las Meninas?

Santiago García: Tampoco… El guion es una propuesta que hago al dibujante y que luego él acepta o cambia según convenga. No es una orden sino un documento de trabajo. Por ejemplo, en la página final han quedado cosas muy parecidas a como yo las había escrito. En otras ocasiones, David ha incorporado modificaciones muy de su estilo y que han significado una mejora e, incluso, determinadas escenas las ha resuelto de forma totalmente distinta a como se planteaba en el guion. En Beowulf se dan las tres casuísticas. Hasta que se termina el guion hay que dar muchos pasos y siempre son los mismos pero hay uno que es fundamental y es dibujarlo. Pero lo hago tan sintetizado que, realmente, no es un dibujo. Básicamente, lo hago para entenderme a mí mismo y organizarme porque, una de las cosas más importantes a la hora de desarrollar un guion, es saber el número y disposición de las viñetas por página. Por eso, a veces, lo único que dibujo son los recuadros de las viñetas con bocadillos y números en su interior.

Absence: ¿Tú sabes dibujar?

Santiago García: En el colegio era el que dibujaba bien pero no tengo un buen nivel.

Absence: Pues yo era el que dibujaba mal.

Roser:Y yo fatal. De hecho, soy incapaz de hacer un solo dibujo. Como mucho, la viñeta vacía con el bocadillo dentro indicando lo que tiene que haber y/o pasar.

Javier Olivares: A mí también me ha enviado Santiago viñetas vacías con números.

Santiago García: Luego preparo el guion con viñetas y texto porque me sirve para revisar, corregir y pulir.

Javier Olivares: Hacer ese paso previo que dice Santiago es importante porque necesitas tener algo para poder cambiar. No sé si seríamos capaces de hacer un guion de la nada. Es decir, sentarnos un día los dos y ponernos directamente a ello. Siempre llega el momento en que alguien tiene que coger un lápiz y plasmarlo en un documento para, después, modificarlo si es necesario. 

Santiago García: Para mí, el autor del cómic es el dibujante y  yo, lo que tengo que hacer es escribir para él, pensando como si fuera él. Es decir, tengo que poseerle mentalmente. Por tanto, no puedo escribir igual para Javier, para David Rubín o para Pablo Ríos, por poner un ejemplo. De hecho, en su día hice el guion de Beowulf para Javier y, cuando al final vimos que no podía ser, apareció David y se ofreció a acabarlo. Entonces lo volví a escribir de nuevo expresamente para él. Cuando empiezo un guion necesito saber quién va a dibujar la historia, cómo y de qué manera. Por eso considero muy importante que antes me manden diseños y dibujos de todo tipo: de personajes, de vestuario, de fondos… Entonces, una vez vistos los dibujos, ya sé cómo enfocar el guion para que el dibujante pueda trabajar cómodamente.



Javier Olivares: En cambio, guionistas de épocas anteriores como Sánchez Abulí no sabían quién dibujaría sus guiones.

Santiago García: Él nos decía que escribía el guion completo, lo mandaba al dibujante y luego este le devolvía el cómic acabado.

Absence: Pero en su caso sí que acabó habiendo  feedback entre Abulí y  el dibujante porque el Torpedo de Bernet  acabó siendo otro porque los guiones eran distintos. Supongo que eso es porque Abulí sí que vio los dibujos de Bernet y adaptó el guion a su manera de dibujar.

Javier Olivares: Este es otro de los casos en que el dibujante acaba influyendo al guionista.


Santiago García: Nunca he trabajado con un dibujante que no conociera. Esto se lo dije a Abulí y se quedó un poco parado.

Roser: Antiguamente, que el guionista y el dibujante no se conocieran era lo más normal del mundo. El otro día me lo contaba María Dembilio, que en los años 60 era dibujante de Selecciones Ilustradas. Ella nos decía que el guion les llegaba de Francia, Italia o el Reino Unido y que jamás llegó a conocer a los guionistas. Esto, además, sorprendió mucho a las dibujantes actuales que participaban en la entrevista.

Javier Olivares: Es normal porque era una época en que se trabajaba de otra manera y la industria era distinta. Vamos… ¡Que eran otros cómics!

Santiago García: Otra cuestión es la relación personal entre guionista y dibujante. Al final, nuestros cómics son muy personales y nuestra relación también lo es. Además, necesito tener un trato cercano con el dibujante. De hecho, incluso a veces lo es demasiado y hasta surgen problemas por eso. Javier y yo nos conocemos desde hace muchos años y nos tenemos mucha confianza. Él es una persona encantadora con la que es muy fácil trabajar, por eso no hemos tenido fricciones ni desencuentros. Cuando estábamos con Las Meninas Javier compartía todo el material conmigo e íbamos viéndolo todo juntos. Él es muy meticuloso dibujando. Hace storyboard… Vemos el cómic entero juntos, lo repasamos, cambiamos cosas… Todo esto ayuda un montón. Cada página que llegaba acabada, antes la habíamos masticado muchísimo.

Javier Olivares: Aun así, con páginas acabadas, permitía hacer cambios porque yo, cuando trabajo con alguien, dejo el ego apartado. De lo contrario, no vas a ninguna parte. Y aunque mi ego está domado, todavía a veces sale. Pero si su idea mejora mi trabajo… ¡Bienvenida sea la idea!

Roser: A veces es difícil saber ver que su idea es mejor que la tuya.

Javier Olivares: Cuando trabajo no veo que eso es mi dibujo o mi página sino que lo que  tengo en la mente es el libro. Siempre tengo la vista puesta en el libro y, si lo que propone Santiago lo mejora, entonces lo hago. A veces él me ha rechazado dibujos pero, como me ha razonado el motivo y por qué no funcionan, los he cambiado sin ningún problema. En cambio, podría haber peleado por ese dibujo que me ha supuesto horas de trabajo pero, si sus motivos me convencen, lo acepto sin más.

Santiago García: Los dibujantes muchas veces tienen su carácter y cuesta hacerles entender ciertas cosas. Por eso es importante tener suficiente confianza entre los dos como para poder decirle que lo que ha hecho no funciona,  que vamos a probarlo de otro modo y que eso no se transforme en un drama.

Absence: Yo sé que tengo un ego desmesurado pero siempre que algún editor me ha hecho alguna observación luego me he dado cuenta de que tenía razón. Así que, también he de decir que soy muy obediente con las indicaciones de los editores. Por ejemplo, con mi texto de Supercómic también me hiciste un par de observaciones, que eran buenas, y que luego apliqué.


Roser:   Siempre pienso que el editor conoce bien su público y sabe perfectamente qué es lo que quiere. De hecho, él es el experto y, por tanto, tendrá razón en buena parte de las sugerencias que te pueda llegar a formular.

Javier Olivares: Aveces te toca trabajar con editores meticulosos que se meten mucho en tu trabajo pero a mí eso no me importa si saben más que yo. Si es así y me explican el porqué mi propuesta no funciona les haré caso ya que, al final, va en mi beneficio, no en el suyo. En cambio, si ves que tiene razón y te niegas a cambiarlo es por puro capricho o porque te costará horas de trabajo volver a hacer el dibujo. Entonces, en este punto, el que pierde es el libro.

Santiago García: Normalmente, cuando un dibujante se niega a hacer un cambio, es por el trabajo que le supone.

Javier Olivares: Pero, en ese caso, eres tú el que pierde.

Santiago García: Si cada observación que le haces al dibujante se transforma en una discusión al final se acabará convirtiendo en una negociación de compromisos. Pero eso tampoco es bueno porque acabas haciendo concesiones. El guionista que trabaja con distintos dibujantes también tiene que ser un poco psicólogo para saber cómo ha de tratar a cada uno.

Absence: Ahora acabo de tener una visión un poco esquizofrénica tuya en Baltimore con un correo de Javier, otro de David Rubín y otro de Manel Fontdevila, todos del mismo día y planteándote problemas distintos.

Santiago García: Pues para cada uno de ellos tendré que adoptar una postura diferente: para uno el de demonio, para el otro seré el ángel y con otro seré el padre severo o consolador. Todo depende de lo que necesite cada cual.

Javier Olivares: Es que, al final, estás tratando con personas.

Roser: Dani a veces me ha visto realmente desquiciada atendiendo problemas de compañeros.

Absence: Yo soy más pacífico. Es muy divertido porque, en casa, los dos escribimos. Tengo tendencia a irme levantando para controlar que los niños no se alboroten demasiado pero ella se concentra tanto que no se entera de nada. Hay días en que llego de trabajar y la veo enclaustrada en su estudio y los niños con la casa patas arriba.

Javier Olivares: Yo soy como tú, Roser. Me aíslo y, de repente, vuelvo al planeta tierra y me doy cuenta que mi hija aún está despierta a las tantas de la noche dando vueltas por la casa.

Santiago García: Hay una cosa cojonuda hoy en día que es trabajar por e-mail. Así, si me mandan algo que me toca los cojones y no me apetece contestarla, me espero y contesto un día después. Así, mi respuesta del día siguiente ya es distinta. Y si aún no lo veo claro, pues mejor dejarlo para más adelante. Además, siempre pienso que lo que vas posponiendo, al final, siempre se acaba olvidando pero eso con Javier no lo hago porque no me hace falta. En cambio, con otra gente hay que dejar que se ablande la situación para evitar una bronca que no nos llevará a ninguna parte.

Roser: Estoy convencida que, para trabajar mano a mano guionista y dibujante ambos tienen que llevarse muy bien, como en vuestro caso. Si no se conocen de nada tiene que ser mucho más difícil.

Javier Olivares: Claro, además cuando ya conoces a la persona hay muchas cosas que ya das por sentadas porque ya sabes cómo es, como funciona, lo que quiere decir… Por ejemplo, con los mails Santiago es muy asertivo mientras yo soy más literario. Él es más seco y va al grano. Eso me gusta porque yo me enrollo y me pierdo en las explicaciones. Además, como hace tanto que lo conozco, sé que se explica así por mail y nunca me lo tomo mal. Por ejemplo, igual le pregunto si podemos quedar esta tarde y me responde… “No, no puedo” sé que es porque no puede de verdad y no tiene porqué darme más explicaciones. En cambio, si alguien que es muy florido escribiendo, de repente me contesta así es mala señal.

Absence: Las relaciones entre guionistas y dibujantes son como breves matrimonios que duran lo que dura el proyecto hasta publicar el libro.

Santiago García: Prácticamente, con todos los dibujantes que he trabajado tengo relación de amistad. Con algunos ya éramos amigos de antes y, con otros, la amistad ha venido después, a raíz de nuestra colaboración.

Absence: Cuando acabas un guion con el que has estado un año trabajando, o más,  y se lo envías a quien lo ha de dibujar ¿No te impacienta la espera hasta que él te pase lo que ha hecho? Para mí, esa espera sería un horror.

Santiago García: Acabas de decir, “que horror que tenga una cosa terminada y que tenga que esperar a que acaben de dibujarla”. En cambio, yo no lo veo así porque no soy guionista sino autor de cómic. Por lo tanto, no considero que tenga nada acabado hasta que el cómic esté finalizado. Así que, cuando Javier está dibujando, yo también estoy trabajando. De hecho, uno de los momentos que más he disfrutado en la vida es cuando estábamos los dos juntos haciendo Las Meninas.

Roser: Eso se nota mucho en el libro porque el resultado es fantástico.


Santiago García: Lo he pasado tan bien mientras lo hacíamos que, cuando estábamos casi al final, le decía a Javier que tenía ganas de acabar para verlo publicado pero que, por otra parte, me gustaría que no se acabara nunca. Estaría toda la vida haciendo este libro. Intercambiando páginas, revisándolas, comentándolas…

Javier Olivares: Es que en el fondo lo que nos gusta no es publicar, que también, pero más el proceso de elaboración. Yo, con lo que más disfruto es con el making, el story. Es decir, el armazón. Ahí es donde disfruto porque, cuando lo estás armando, tienes todo un mundo de posibilidades a tu alcance. En cambio, cuando ya ha pasado esa fase y toca ejecutar todo lo que has elucubrado, empiezan los miedos y las carencias ya que en tu imaginación puedes hacer páginas y páginas de dibujos y texto. Pero, a la hora de ponerlo en práctica es cuando te preguntas ¿Seré capaz de hacer todo esto? Este momento ya es algo más complejo e incómodo.

Roser: Te entiendo perfectamente. Por eso, este es el momento en que toca tirar del ingenio de uno mismo y utilizar todo tipo de recursos. Por ejemplo, Álvaro Ortiz me decía que en Murderabilia el guion se le desmadró y que si hubiera hecho todo el cómic a 9 viñetas por página habría sido un tocho enorme que todavía lo estaría dibujando. En cambio, se le ocurrió lo de hacer páginas con 24 viñetas y así contaba lo mismo pero en mucho menos espacio, truco que ya había utilizado en Cenizas.


Javier Olivares: A veces, lo que no llegas a hacer en la vida te da una gran lección para lo que vayas a hacer después.Y eso lo digo por Beowulf. De ahí aprendí que no hay que perder el tiempo en lo que no es necesario y que es mejor guardar las fuerzas para lo que necesitas. Y yo hice justo al revés. Allí, Santiago y yo estuvimos trabajando un año y medio en conjunto pero sin llegar a hacer el cómic. Trabajamos en la producción, bocetos… Tengo el libro entero en gouache. ¡74 páginas, todo en pequeñito! Y cuando acabé todo este trabajo previo tocaba empezar a hacer el libro de verdad y ya estaba cansado y agotado. De alguna manera, ya lo había hecho aunque solo fuera para trabajar, no para publicar y ahí no pude más. Esto me sirvió de lección para Las Meninas y decidí que no había que gastar las fuerzas en lo que no es tan necesario. Por tanto, aunque la producción de este libro ha sido complicada y laboriosa, me ha servido para aprender. Aquí, el storyboard ha sido mucho más simple y me he guardado las fuerzas para pasarme un año y medio dibujando lo que se tendría que publicar.


Absence: Una cosa muy buena de vosotros es el hecho de que, a pesar de no haber podido acabar de Beowulf juntos, luego os metisteis en otro proyecto.

Javier Olivares: Para mí el momento clave fue cuando apareció David Rubín desatascando la historia.

Santiago García: Debo decir que de igual forma que el Beowulf de David no existiría sin Javier, Las Meninas no habrían existido sin David. Es decir, que aquí David le da a Javier lo que Javier le dio. Verás… Hubo un momento en que estaba metido en cantidad de proyectos a la vez, entre ellos Beowulf con Javier y ¡García! con Manel Fontdevila. Tenía varias cosas en marcha, otras que se habían quedado atascadas y algunas, como Las Meninas, que estaban en fase de proyecto. Su inicio se remonta al 2008 y me tiré cuatro años con ellas yo solo. Aunque Javier ya había hecho algunas cosas, entonces aún estaba por resolver todo el guion. Y  llegó un momento en que no podía más. Estaba aplastado, superado por el exceso de trabajo y pensaba que no saldría de aquello. Entonces, cuando finalmente nos liberamos de Beowulfy de ¡García! lo expliqué en el blog. David lo vio y me mandó un mail donde decía “Aquí estoy yo y mis cojones para terminarlo si tú quieres”


Javier Olivares: Para mí fue un descanso y una liberación. Fue pensar… ¡Gracias, David! Porque Beowulf era un cadáver, un tema muerto que había quedado sin resolver.

Santiago García: David estaba haciendo El Héroe II y aún le quedaban algunos meses para terminar pero se comprometió a ponerse con Beowulf en cuanto acabara y me daba todo ese tiempo para reescribir el guion, cosa que me pareció bien. Entonces vi que tenía que ponerme en marcha porque David es una puta máquina. Me sentía como si estuviera en la vía del tren viendo cómo se acercaba la locomotora, que era David y pensé… ¡O me muevo o me atropella! Es decir, que él me hizo reaccionar. Y como tiene tanta energía dentro me dio como un gran empujón que me sirvió para sacar Beowulf, Fútbol y un montón de cosas más. ¡Luego no podía parar! Era como si Zeus me hubiese lanzado un  rayo y me hubiera convertido en uno de sus heraldos. Y Las Meninas las acabamos gracias al impulso de David porque la forma de terminarlo después de cuatro años trabajando es sentarse a escribirlo de una puta vez y ya está. Y eso es lo que hicimos.

Roser: Tomar la decisión de abandonar un proyecto con el que has estado tanto tiempo debe ser muy difícil.

Santiago García: Si llevas diez años con algo que no se mueve  has de  entender que eso está muerto y hay que enterrarlo porque, si no lo haces, no podrás empezar otra cosa. De hecho, esto también le ha pasado recientemente a Álvaro Ortiz con lo de Caravaggio. Cuando comentó que lo había dejado le escribí y le dije que no se preocupara, que no es ningún fracaso sino reconocer que por ahí no va a ningún lado. Quizá, en algún momento lo podrá retomar pero, por ahora, quitárselo de encima era lo mejor que podía hacer. Además, de todas estas experiencias se aprenden cosas. Por ejemplo, Las Meninas, podría haber sido un libro de 500 páginas pero llega un momento en que piensas… Bueno, estoy un poco hasta los cojones de escribir obras maestras de 500 páginas que nunca se acaban. Así que, vamos a hacer algo que sea posible. Yo no sabía si se podría conseguir en 180 páginas. Era algo que Javier nunca había hecho, ni siquiera con Beowulf. Por tanto, hay un momento al principio del proceso en que tengo más aprensión que nada porque, aunque confío en que Javier lo hará, es la primera vez que se enfrenta a algo así. Cuando empezamos a trabajar, él estaba súper entusiasmado y yo pensaba… Sí, sí… Claro… Pero no las tenía todas hasta que llegamos a un punto, quizá sobre las 100 páginas, en que vi que sí que lo acabaría y no solo porque llevábamos más de la mitad sino por cómo iba el ritmo de trabajo. Entonces, a partir de ese momento, pude empezar a disfrutar. Y la verdad es que ha sido todo un privilegio trabajar con Javier.

Javier Olivares: Le enviaba páginas, le proponía cosas que se me ocurrían y él me decía… “Sí, sí, pero primero acábalo...”

Santiago García: Entonces, cuando ves lo que te envía y te das cuenta de que hay una cantidad de cosas que no esperabas que hiciera y que no salen en el guion, como la forma en que termina una cara o cómo ha puesto una sombra y que son tan perfectas… ¡Todo eso me dejaba perplejo! Así que recibir las páginas de Javier siempre era una fiesta porque veía que mejoraban lo que yo le había enviado.

Javier Olivares: A veces, las reacciones de Santiago ante lo que le enviaba me daban subidones de autoestima. Me decía… “Esto es cojonudo, qué bueno”. Otras veces decía bien, sin más.

Santiago García: En ocasiones mandas un guion y no sabes si al dibujante le ha gustado o no y si se lo preguntas te dice que sí, que si lo dibuja es porque le gusta. Entonces es cuando pienso… Pues joder, ¿Por qué no me lo comentas?

Absence: A Sánchez Abulí esto no le pasaba. Él lo único que sabía es que mandaba el guion y le devolvían el cómic acabado. Y me refiero a él porque es un ejemplo del sistema antiguo.

Javier Olivares: Como lo hacemos nosotros quizá hay más dificultades y complicaciones pero, al final, llega un momento en que  el trabajo de guion y dibujo es indivisible y entonces es cuando se da el resultado perfecto.

Santiago García: También estamos hablando de diferentes tipos de obras. Una cosa es hacer un determinado número de historias y páginas a la semana para mandarlas porque te pagan según una tarifa. Otra cosa muy distinta es tomarte el tiempo que quieras y cobrar derechos de autor. Antes no se trabajaba así ni tampoco se podía. De igual forma, ahora no podría hacerlo al estilo antiguo.

Javier Olivares:El guion es un suelo en el que pisar. Sobre lo que hablábamos del dibujo y el guion hay una cosa que me gusta explicar porque, además, está en una de las páginas del libro. Concretamente en la historia de Dalí. Allí, hay un momento en que él dice… “¡Qué fuerza la de Velázquez!” y Gala le responde… “Si, pero tú le has ayudado”. Yo digo que esa es una influencia que va a contrapelo porque, si lo piensas, la influencia va desde la antigüedad hacia el futuro y avanza en una sola dirección. En cambio, en nuestro caso, no ha sido unidireccional sino como dice Dalí en ese episodio aunque, normalmente, se piense que primero va el guion y el dibujo después. Pues aquí no. En una semana tuve que hacer 16 páginas. Me iba a Lima y casi no tenía tiempo material para hacerlas, así que las dibujé en un tiempo récord y se las mandé a Santiago. Luego, al repasar las páginas acabadas en casa de Santiago, él se fijó en una de las viñetas que había hecho y que le hizo visualizar el libro de otra forma. Por tanto, este es un ejemplo de que, a veces, el dibujante influye al guionista. En cambio, parece como si al hacerse primero el guion tenga que ser él quien me influya a mí pero esa vez fui yo quien le influenció él, cosa que nos pasó más veces durante el proceso de elaboración del cómic.


Roser: Dices que hiciste 16 páginas en una semana. ¿Por qué tanta prisa?

Javier Olivares: Pues porque lo queríamos presentar al concurso FNAC Sinsentido. Me acuerdo muy bien porque Santiago me llamó un día a las dos de la madrugada y me dijo… “Tengo una idea para presentar al concurso FNAC Sinsentido y quedan dos semanas para que acabe el plazo. Hay que hacer 16 páginas y se me ha ocurrido una idea muy buena sobre Velázquez y Las Meninas. ¿Quieres hacerlo?”. Y yo… “Pues sí pero es que mañana me voy una semana a Lima, a un festival de cómic, y aún estoy haciendo la maleta pero mándame el guion por mail, lo leo en el avión y avanzaré el trabajo durante el viaje”. Al final hice el storyboard en el avión. Cuando volví del viaje me hice las 16 páginas en una semana a bi-tono y luego pensé… Qué raro… ¡Lo he hecho todo en una semana! Después, la noche antes de presentarlo al premio estuvimos en casa de Santiago dándole un último repaso y él me dijo “Ahora vamos a mirar el plazo que hay para terminar el libro”,  vimos que teníamos 6 meses y Santiago dijo “pero si no tengo ni el guion hecho, solo es una idea sobre la que trabajar,  voy a tardar meses en hacerlo y tú no podrás dibujarlo en tan poco tiempo”.

Santiago García: Y yo pensaba… Si perdemos, mal porque es un fracaso. ¡Vaya bajón! Pero si ganamos también mal porque solo tendremos seis meses para acabar el libro y es totalmente inviable.

Javier Olivares: Luego Santiago me comentó que una de las viñetas de esas 16 páginas que había hecho le dio a entender que aquello podía ir más allá.

Absence: ¿Esa viñeta está en el libro?

Javier Olivares: No exactamente, porque la cambié.

Santiago García: Pero era la del Escorial.


Javier Olivares: Cuando Santiago la vio se dio cuenta que la historia tenía más posibilidades y, entonces, cambiamos de idea y llevamos el proyecto a Astiberri. Ellos, entusiasmados, nos dijeron que sí. Lo que ocurre es que al final tardamos seis años en acabarlo. Desde 2008 en que empezamos hasta 2014.

Santiago García: El guion no se resolvió hasta después de Beowulf. Es decir, a partir de 2013. Hasta ese momento me estuve comiendo el coco, mareando la perdiz, leí mucho…

Absence: Pero a la vez ibas aprendiendo, que eso es muy importante.

Santiago García: En ese tiempo, maduras muchas cosas. Yo no he hecho ningún cómic que no tenga muchísimos años detrás de ideas, trabajo, pensamientos… Todo lleva detrás una historia profunda y muy larga. En el caso de Las Meninas te aseguro que no habría sido capaz de escribirlo todo en el 2008. Lo que escribí entre 2012 y 2013 no habría podido hacerlo cuatro años atrás. Por otra parte, debo decir que este libro no existiría sin Astiberri y esto es muy importante comentarlo porque ya estoy harto de oír a gente decir que en España no hay editores. En cambio, Astiberri ha producido este libro y desde el principio nos ha dado apoyo moral e intelectual, porque te dan su opinión y te comentan las cosas sin decirte lo que tienes que hacer. Lo que quiero que haga el editor es su trabajo y eso es justamente lo que hace Astiberri. Es una gente que se juega su dinero y, si la cosa va mal, repercute en la empresa.  Por tanto, lo que a ellos les interesa es ganar dinero con nuestros tebeos. Y repito que de no ser por Astiberri nosotros no habríamos hecho Las Meninas. Además, te apoyan y te sientes acompañado. Cosa que es muy importante.

Javier Olivares: De vez en cuando, en tu mundo de autores y dibujantes necesitas el suelo. Me refiero al suelo como algo concreto que existe. Es el papel, las características técnicas del libro y todo aquello de lo que no te ocupas hasta que está al final del proceso. De hecho, el libro no es real hasta que no lo editan.

Absence: ¿E interceden sugiriendo mejoras de cuestiones que quizá no les acaben de gustar?

Santiago García: Eso nunca. Te apoyan mucho. Además, han pagado adelantos espaciados a Javier para que lo hiciera y que no han sido del 50% de la tirada sino más para que él pudiera dedicarse durante meses a dibujar y eso lo han hecho porque sabían que lo iban a recuperar. De hecho, ahora mismo ya ha salido la segunda edición y la primera era de 5.000 ejemplares. Para un libro que vale 18 euros eso no es una cosa elitista ni marginal. Ahora mismo tenemos en la calle 8.000 ejemplares de Las Meninas. Y vendido a los dos países más importantes de occidente. Eso no es hacer el gilipollas. Es trabajar, es hacer cómic, producir y hacer industria. Y ahora mismo, gracias al premio del Salón del Cómic, probablemente hemos ganado más de lo que ganaríamos haciéndolo para Francia y lo hemos hecho mucho mejor aquí que para Francia porque nos habrían tocado los cojones cantidad. De hecho, en la edición francesa, la portada no es la nuestra y han tocado todo lo que han podido tocar.

Javier Olivares: No les gustaba la portada española y la quisieron cambiar.

Santiago García: Nosotros, por contrato, teníamos el control sobre la portada francesa pero los de la editorial, de repente y sin consultarlo antes con nosotros, nos empezaron a mandar diseños y bocetos de viñetas interiores del libro para poner una de ellas como portada y dando por sentado que no contaban para nada con la de Astiberri. Pero, la verdad, utilizar una viñeta interior como portada es horrible. Y entonces, a partir de las propuestas del diseñador francés, empezamos una larga negociación-discusión intercambiando bocetos hasta que al final Javier tuvo la idea de dibujar esta otra portada partiendo un poco del concepto de la editorial francesa.Esto del cambio de portada no es nuevo para mí porque también nos pasó con Beowulf, ¡Y vaya mierda hicieron! Pero… ¿Qué os sugiere esta portada de Las Meninas en francés?

Absence: Es el proceso creativo ¿no?

Roser: Está enfrascado en la elaboración de una  de sus obras.

Javier Olivares: Ellos querían que la portada resumiera lo que pasa en el libro pero es que pasan muchas cosas...


Santiago García:Por cierto, me gustó mucho el análisis que hizo Raúl Minchinela de la portada de Las Meninas de Astiberri porque todo lo que dice es cierto pero antes no lo había pensado. En realidad esa portada es un boceto y nada más. En cambio, Raúl la analiza de modo que te explica que todo el libro está resumido en ella. Por ejemplo, los trazos que hay pintados de blanco, en los ojos y en la gola, se corresponden con el aspecto artístico y con la nobleza.

Javier Olivares: En cambio para mí era un aspecto estético-práctico. Luego te das cuenta que a veces tomas decisiones gráficas que, en realidad, no tienen nada que ver con lo gráfico sino con corrientes de pensamiento que tú articulas de forma razonada.


Santiago García:No hay ninguna conclusión ni ningún mensaje. Yo no escribo mensajes cifrados. Nosotros hacemos tebeos y los tebeos son un montón de páginas con dibujos que cuentan una historia. Eso es hacer un tebeo. Por eso, cuando me preguntan ¿Qué querías decir? Yo no quería decir nada, solo contar una historia.

Absence: Pero empiezas duro, con Foucault.

Santiago García: Mucha gente, incluso amigos, me ha dicho que ese principio era un error y hasta me han intentado convencer para eliminarlo porque pensaban que iba a echar al lector para atrás. Yo, en los cómics, doy mucha importancia al ritmo. El ritmo en cada escena y, a gran escala, cuando se hace una novela gráfica también hay que controlarlo. Cada parte tiene que tener un ritmo. De hecho, a veces tienes que mantener  escenas que son una mierda porque necesitas algo entre una y otra y es mejor meter una mierda que no meter nada. Pero también es importante la sintonía y pensar en términos musicales. Este principio de Foucault es como empezar una sinfonía a base de chirridos que, poco a poco, se va aclarando y apareciendo la melodía. Por eso la primera parte del libro es la más caótica y la más difícil. Sé que la gente la lee y se queda medio sorprendida pero, a la que quiere darse cuenta ya ha llegado a la mitad. 

Roser: Tienes razón que al principio cuesta un poco y es un tanto desconcertante. Al menos, a mí me dejó un poco aturdida pero luego pasado eso, ya le encuentras todo el sentido a las demás interpolaciones que van surgiendo: Picasso, Buero Vallejo, Dalí



Santiago García: Ahora hablamos del principio del libro pero el final de una obra también es súper importante aunque hay quien dice que no lo es tanto sino que lo que importa es el camino. Pues yo creo que el final pesa tanto como todo lo demás junto.

Absence: El final sí que importa pero si veo una película con la que me lo he pasado muy bien durante el camino pero el final me ha defraudado, la verdad es que no me parece tan terrible.

Roser: Entiendo lo que dice Santiago. De hecho, hace tiempo que casi no leo novelas porque en la mayoría me decepcionaba el final. Siempre les veía un subidón impresionante hasta la mitad y, de ahí al final, es como si el autor no supiera cómo acabarlas.

Santiago García: Es mejor empezar mal y acabar con un final potente que no al revés. Aunque no tengas final, tienes que tener un buen no final. Tienes que saber llegar a él y, en nuestro caso, sé que a los lectores les encanta el final porque es muy potente.

Roser: Como Velázquez murió al poco de recibir la cruz de Santiago siempre he pensado que, como era algo que deseaba tanto, cuando lo consiguió pensaría: “Ya es mía. Ahora ya me puedo morir en paz”. Y eso hizo, morirse.

Santiago García:Y su mujer tras él. Ella falleció una semana después.


Absence:¿Y eso de que se pintó la cruz de Santiago tiempo después de pintar el cuadro es cierto?

Roser: Es cuadro lo pintó antes de que le concedieran la cruz.

Santiago García: En realidad no se sabe exactamente cómo ocurrió pero, si la pintó después, lo hizo reservándose un espacio vacío en sus ropajes.

Absence: Una cosa que no sabía era que el cuadro no tenía título.

Santiago García: El título es del siglo XIX. Antes, las pinturas no tenían título. Solo se les daba el nombre del tema que trataban o el del personaje que aparecía retratado.



Javier Olivares: De hecho, si os fijáis, la única vez en que se menciona “Las meninas” en todo el libro es en la portada.

Santiago García: Bueno sí, una sola vez. Además, es algo que he tenido que insistir en todas las correcciones que se han hecho del libro porque se piensan que es un error y no lo es. Está hecho a posta. Es cuando Picasso está enseñando el cuadro de las señoritas de Aviñón y le preguntan por el título. Entonces, responde que “Las meninas de Avignon”. Por  otra parte, una cosa que me ha parecido muy gratificante es que, con todas las reacciones que han habido acerca de este libro, la gente siempre ha tendido a destacar los momentos en que yo creía que eran los golpes de efecto, cosa que me ha hecho muy feliz.



Absence: El momento en que a mí me atrapa definitivamente es con lo de Ribera, El Españoleto. Toda esa parte oscura y siniestra en que parece un diablo.

Javier Olivares: Esa viñeta en que parece que sea el demonio, con la chimenea en llamas detrás,  se me ocurrió a mí. Lo de las llamas. Santiago lo sugiere y yo lo redondeo.


Santiago García:Todo eso es mérito de Javier porque, todo lo potente de la parte de Ribera es el dibujo y el acabado que le da Javier. Cuando me mandó la página que corresponde al segundo encuentro entre Velázquez y Ribera, que es como un garabato, pensé… Pero esto, ¿qué cojones es? No lo ponía en el guion. Solo ponía que se encuentra con El Españoleto pero no que tuviera que dibujarlo así porque, evidentemente, eso no se puede explicar.

Javier Olivares: Velázquez se encuentra con él en dos momentos de la historia. El primero es muy intenso y,el segundo,incluso lo dibujé sin lápiz porque quería conseguir esa sensación de fuerza que tiene. Pero eso solo lo hice en esas cuatro páginas. En cambio, hay gente que me pregunta por qué no he hecho todo el libro así. Evidentemente, porque mi estilo va detrás del libro, no delante.


Roser: Además, a cada capítulo le has dado un enfoque y un estilo acorde con lo que ocurre en la historia y esa forma de dibujar, cuando el segundo encuentro con El Españoleto, no se adecuaría tan bien con otros momentos del libro.

Santiago García: Antes os he dicho que, cuando escribo para Javier lo hago como si fuera él aunque, en realidad, no lo soy. Pero él, cuando dibuja, hace cosas que van más allá del guion. Como la de Ribera o el dibujo de El Escorial, con todas estas capas planas de color, que me pareció flipante. O la escena en que Velázquez se ve obligado por el rey a dejar Italia para volver a España. Allí, en una misma escena, Javier pinta primero a Velázquez como si fuera una caricatura y luego, de inmediato, pasa a ser dramático.



Javier Olivares:Cuando Velázquez se imagina que se le aparece el rey y le ordena que vuelva es un personaje cómico. Hasta da saltitos. En cambio, cuando se encuentra con la madre de su hijo cambia el tono y se vuelve serio. Así que pasa de ser un personaje caricaturesco, porque el guion entonces es de humor, a otro dramático porque la ocasión lo requiere.


Santiago García: Eso es mérito de Javier porque yo eso no lo puedo escribir. Y una cosa que me sorprende es que la gente nos suele decir que es un cómic serio pero, en cambio, creo que  está lleno de humor.

Absence: Por supuesto que tiene mucho humor.En el desarrollo de la historia incluso hay episodios que me recuerdan a los tebeos de Bruguera. Por ejemplo, la parte del Conde de Villamediana lo es claramente. Y eso es muy de tebeo español.


Santiago García: Desde luego, claro que hay Bruguera y mucho humor. Por ejemplo, cuando Velázquez está pintando el cuadro y entra el Rey todos se vuelven hacia él y le empiezan a llamar Majestad, Majestad… Todos, excepto el perro que le llama Felipe.

Javier Olivares: Probablemente, es porque de todos los personajes que había, el único que tenía derecho a llamarle por su nombre era el perro. Eso es brillante porque es cierto. Para el perro, Felipe IV no era el rey sino su amo.

Absence: O la de la historia del matrimonio de Felipe IV e Isabel de Borbón.

Santiago García:Esta tiene una inspiración muy concreta a partir de Fabricar historiasde Chris Ware. Yo no sabía cómo resolverla y cuando vi el cómic de Ware  di con la solución. Pero, ¿A qué no lo parece? Porque inspirarse en algo no es imitar sino entender lo que funciona.

Roser: Por otra parte, detrás de esta historia hay un trabajo de investigación impresionante.

Santiago García: Es cierto que me ha supuesto todo un trabajo y esto no lo habría podido hacer si no hubiera estudiado historia del arte. 

Roser: Con este cómic me he enterado de cosas que no sabía cómo lo de William Merritt Chase, el pintor impresionista norteamericano cuya obsesión con Velázquez era tal que hasta llamó a su hija así: Velázquez.

Santiago García: Es que, a lo largo de la historia, ha habido cantidad de personajes obsesionados con Velázquez y hay gente que me pregunta por qué hemos puesto un personaje tan secundario como Merritt Chase en medio de tantos artistas importantes  y yo les digo que porque no solo las grandes figuras del arte se han visto influenciadas por Velázquez sino que, también, otros más desconocidos.


Roser: Vuestro libro hasta se podría hacer leer en las escuelas. Sería una buena forma de aprender historia del arte.

Javier Olivares:Quizá serviría para que los chavales tuvieran curiosidad para investigar. Creo que la clave que ha hecho que el libro funcione es porque ha contado nuestra historia sin prejuicios, sin vergüenza y sin bajar la cabeza y, por otra parte, porque lo ha hecho de una forma más pop y divertida. En cambio, hasta ahora, nadie se había atrevido a hacerlo así porque parecía que se trataba de algo intocable y difícil. Como de película de Pilar Miró y de la compañía de teatro clásico en verso. En cambio, cuando realizas un acercamiento de forma normal, como también han hecho en El Ministerio del Tiempo, te encuentras con que de repente Lope de Vega se convierte en Trending Topic y descubres que es tan divertido como puede ser Shakespeare o cualquier otro icono cultural. Por ejemplo, a todos nos pareció que Shakespeare enamorado era una película muy divertida pero, en cambio, a nadie se le ocurriría hacer Cervantes enamorado. Parecería ridículo y de risa pero, en realidad, lo es tanto como Shakespeare enamorado o tan divertido y brillante. Entonces… ¿Por qué no nos atrevemos? Si nuestra historia es tan interesante para contar como la de cualquier país?

Santiago García: En España tenemos un problema muy grave de memoria histórica que, además, repercuten en los problemas de identidad que tenemos y en los problemas de cohesión tanto nacional como social. Hemos querido huir de eso porque pensamos que tiene una carga política cuando, en realidad, lo que tenemos que hacer es recuperarlo, entenderlo y hacerlo nuestro. José Riello, el profesor de Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid, dice que le parece muy grave el hecho de que Las Meninas, y muchas otras obras, estén muertas y fosilizadas en el museo como parte de la cultura española a quien nadie le importa. Por eso, este libro hace un favor al cuadro de Velázquez y no al revés porque saca Las Meninas del museo y hace que la gente las vea.

Javier Olivares: Una de las gracias de nuestro libro es que hay un acercamiento a lo español pero sin carga ideológica. Hasta ahora, todo lo que fuera español era patrimonio de un grupo muy concreto.

Absence: Hasta ahora, Javier, no tenías una gran obra por la que la gente te reconociera. En cambio,  Las Meninas lo es. Aunque eres un dibujante excepcional, no tenías una obra por la que ser recordado.

Javier Olivares:A pesar de haber hecho mogollón de páginas de historietas durante muchos años y haber editado en libros, necesitaba algo que me diese presencia y Las Meninas lo es. En el fondo, cuando estaba haciendo este libro, la idea que Velázquez tenía de la trascendencia y de querer pasar a la historia se podría traducir un poco en la manera en como yo estaba abordando la realización de este cómic y era pensando en hacer algo que tuviera un cierto peso. Antes, había hecho los Cuentos de la estrella legumbre, que es un libro que me gusta mucho y me define muy bien pero es muy marginal y, con él, no puedo salir al escenario y decir… He hecho esto. En cambio, con Las Meninas sí.Por tanto, esa intención de trascender de Velázquez me resultaba muy cercana porque yo estaba haciendo esta obra, siglos después, con el mismo propósito.



Absence: ¿Velázquez quería trascender?

Roser: Por supuesto que sí. Y eso lo dejáis muy claro al principio del libro cuando Velázquez, casi al final de su vida, se muestra enormemente preocupado porque aún no ha pintado su obra maestra.

Santiago García: Creo que hizo Las Meninas para pasar a la posteridad. Los pintores de esa época tenían el concepto de la fama muy arraigado.

Javier Olivares: Pensaban en la fama incluso en vida.



Santiago García: No hay pintor de esa época que se recuerde hoy que no fuera famoso en su día. Los que entonces no eran importantes tampoco lo son ahora.

Absence: Bueno, pero está lo de Van Gogh, que en vida era un muerto de hambre.

Roser: Pero Van Gogh es posterior y, en su época, la situación de la pintura era otra. Entiendo que aquí estamos hablando de los pintores barrocos que sí que eran famosos en vida. Eso lo decís en vuestro cómic. Concretamente, cuando Rubens se encuentra con Velázquez en Madrid y le habla de la pintura como industria que da dinero y te conduce a la nobleza.


Javier Olivares: Para mí, en el libro, Rubens y Ribera son como el diablo bueno y el diablo malo que aparecían en los tebeos,  cada uno situado a un lado del personaje diciéndole lo que debía hacer. Pero lo curioso de todo esto es que no me di cuenta hasta después de acabar el libro. De hecho, ahora aún sigo encajando piezas de la historia. Además te puedo decir que en el episodio de Rubens, las dos primeras páginas estaban entre las 16 que hicimos para el concurso de FNAC Sinsentido. Por tanto,tienen seis años.

Santiago García:Y todo el diálogo con Rubens también estaba en esas 16 páginas.

Javier Olivares: La totalidad del libro fue dibujada hace dos años excepto estas dos páginas que tienen seis, pero es que cuando las hice me gustaron tanto que las dejé.


Absence: Y ahora, ¿Cómo las veis? ¿Notáis la diferencia de años?

Javier Olivares: Yo sí.  De hecho, cuando tuve que dibujar la continuación me di cuenta que no era capaz de dibujar los personajes de la misma forma, cosa que no deja de ser bonita y terrible a la vez.

Roser: Yo le veo la parte buena, porque significa que has evolucionado y, si lo hicieras exactamente igual querría decir que ahí hay un estancamiento. Además esto es algo que siempre me decís los dibujantes en las entrevistas, que cuando veis dibujos vuestros de hace unos años pensáis que ahora los haríais de forma diferente.

Javier Olivares: Como dibujante, te das cuenta que no eres el mismo que hace cuatro años.  La forma de dibujar se va enriqueciendo y cambiando con el tiempo. Y de repente me encontré con que esas 16 páginas las dibujé hace años y Santiago las había incluido en el guión del libro.

Santiago García: Javier hace muchos años que está muy maduro y, aunque él lo vea, no tiene esas variaciones que pueda tener otra gente que parezca que lo hayan hecho dos personas diferentes y esta es otra de las cosas importantes de Las Meninas, que es un libro de viejos. Sí… Es un libro que haces con una edad. Además es importante porque, en general, hay muy pocos cómics hechos a partir de cierta edad. La mayoría de autores suelen ser muy jóvenes y cuando se hacen mayores, lo que hacen es trabajos de subsistencia cuando, en realidad, es la edad en la que cualquier escritor empieza a hacer cosas de verdad. No sé vosotros, pero yo he madurado muy tarde en todo.

Roser:¡ Dímelo a mí, que ahora empiezo a hacer cosas interesantes!

Absence: La semana pasada leí: “Daniel Ausente, la gran promesa de la novela fantástica española”. Y yo pensé ¿Pero cómo pueden decir que soy la gran promesa si tengo casi 50 años y me puedo morir en cuatro años de un achuchón? ¡No puedo ser la gran promesa!


Santiago García: Vivimos en una sociedad en que todo mira a la juventud. Y dices… Bueno, perdona… Pues vivo mucho mejor ahora que cuando era más joven. Estoy más equilibrado, entiendo mejor las cosas… En definitiva, que hay muchas cosas que hago mejor que antes. En general, he pasado por la vida si entender nada pero, de pronto, veo que empiezo a entender algo. Por eso digo que es una obra de viejos, porque no podría haberla hecho hace diez años. Pero matizo que es una obra de viejos, no para viejos.

Javier Olivares: Los primeros elogios que recibimos sobre Las Meninas no vinieron del mundo del cómic sino del de la literatura. Luego se ha ido incorporando el del cómic a través de los blogs. Por tanto, indica que es una obra que no pertenece a ningún colectivo, que es lo que estábamos buscando. Nosotros no queríamos orientarlo solo al mundo del cómic. A pesar de que esté realizado en este formato, es un libro que le habla a cualquier persona.

Santiago García: Una cosa que me toca los cojones es cuando gente culta a la que le gusta la literatura, el cine, el arte y que conocen muy bien algunas obras experimentales, viene y te dice que el cómic ahora no mola porque ha perdido la diversión, la ciencia ficción y tal. En cambio, ellos se dedican a hacer sus obras experimentales. ¿Y no tengo derecho a hacer lo que me da la gana, en el medio que me gusta para que tú mantengas tu fantasía pulp-trashde que en cómic solo tenemos derecho a hacer marcianos que vienen a la Tierra y vivir perpetuamente en un escenario de los años 50? Pues si me gusta lo que hago, no me vengas a decir que tengo que seguir perpetuando, toda mi vida, los tebeos de Jack Kirby. Aunque, en realidad, adoro a Kirby. Es como si les digo que se tienen que pasar la vida haciendo películas dramáticas como las del Hollywood de los años 50 porque el cine es eso y no tiene que cambiar.

Absence: Creo que hay dos caminos diferentes y que el cómic ha tardado más a llegar a un punto donde el cine llegó antes. Por ejemplo, ahora aprecio más cuando el cine va para atrás y el cómic va para adelante. Me lo paso mejor con una película de Keanu Reeves dando hostias y, en cambio, prefiero leer un cómic que no vaya de un tío dando hostias. Además, las cosas no tienen porqué ir en paralelo.

Javier Olivares: De hecho, nadie funciona en paralelo y si es así es que estás muy mal.

Santiago García:Pero, ¿Por qué hay gente que te va diciendo lo que tienes que hacer? Si luego, en lo suyo, hacen todo lo contrario de lo que te dicen.

Javier Olivares: A mí me gusta mucho esa definición que hacía un historiador del arte sobre la influencia de los artistas, que decía que era como un pasillo lleno de espejos y en el que el último pintor no recibía la influencia del primero sino el reflejo del penúltimo. Así que el reflejo primigenio tú no sabes ni lo que es porque a ti, lo que te llega es mucho más reciente. El del inmediatamente anterior a ti, que ya está tan intoxicado que no puedes ni imaginar lo que sería al principio.

Santiago García: A mí lo que me gusta no es hacer muy bien algo que ya se ha hecho sino algo nuevo y diferente.

Roser: Pues con Las Meninas lo habéis conseguido.

Santiago García: Cuando estábamos haciendo el libro, nos dimos cuenta de que no teníamos modelos porque nunca se había hecho nada parecido. Eso nos daba un poco de miedo porque, de repente, te encuentras pisando un terreno que no sabes si te la pegarás o si funcionará.

Javier Olivares: Cuando no tienes modelos, como no tienes referentes, te atreves a hacer cosas que en otro momento no probarías. Con este libro, he usado todo lo que he aprendido en toda mi vida. Aquí dentro están Alex Thot, Kirby, Moebius, Guibert, Bruguera… Era como ir a un chino y coger todo lo que me hiciese falta. Además, lo mejor de no tener referentes es que, aunque estás perdido, eres libre y entonces te atreves. Es decir, que me estás obligando a utilizar todo lo que he aprendido. ¡Qué bien!