jueves, 26 de febrero de 2015

La memoria del "Price" y Foto Ramblas en Setba


La relación entre el mítico “Gran Price” y Foto Ramblas es clara. En uno, el “Price” se celebraban combates de boxeo (entre otras actividades) mientras que, en el otro, los púgiles se retrataban. De ambos, locales históricos desaparecidos, hay mucho que contar y la gente de la Fundació Setba lo sabe. Por eso los han unido en esta exposición – Quadrilàter – con las obras de los artistas Març Rabal y Kiko Navarro que fueron presentadas por primera vez en Setba (en la sede del Eixample) en junio de 2014.

Rabal Vs Navarro, un combate entre autores que trabajan con técnicas distintas. Una, collage. El otro, fotografía.

Collage de Març Rabal

Fotografía de Kiko Navarro
El "Gran Price" fue inaugurado el 31 de diciembre de 1934 donde antaño hubo el baile “la Bohemia Modernista” en la confluencia de las calles Casanova con Floridablanca. Pero allí no solo había baile y boxeo. También mítines, concursos de peluquería y mecanografía, espectáculos de lucha libre y misas. Sí, sí… Misas, por raro que parezca. Y conciertos como el de Pau Riba en 1970 que, para presentar su disco Dioptria, entró en el escenario subido en una moto con la que atravesó el pasillo de platea a toda velocidad.

Tiket de entrada al gran baile popular (22/02/1937) organizado por
el Sindicato Único de Espectáculos Públicos de la CNT
Pero al final todo termina y el Price lo hizo en 1972 siendo el local derribado al año siguiente por la inmobiliaria Núñez y Navarro, la del mismo que ahora está en prisión.

Boxeadores fotografiados en el Price allá por los años 30
El estudio Foto Ramblas estaba en el número 25 de la Rambla (lugar ahora ocupado por un Tablao Cordobés). Inaugurado en 1956, durante sus más de 40 años de existencia los fotógrafos del local retrataron boxeadores, músicos, vedettes, familias tradicionales y hasta una colección de maniquíes impresionantes: los Fondevilla.





En total, 1400 negativos de imágenes captadas por las cámaras de cinco profesionales: Rafael Muñoz, Quimet, José María Cirés, Vives y Alberto Fonollosa.




Y, para terminar, una advertencia: id a Setba a verla antes del 2 de abril y aprovechad las visitas guiadas de David Revelles. Si no me hacéis caso luego os arrepentiréis.  



domingo, 15 de febrero de 2015

L'Ateneu Enciclòpèdic popular y sus 37.000 documentos históricos sin espacio donde poderlos guardar


En este portal de la calle del Carme, número 30, un grupo de obreros e intelectuales crearon l’Ateneu Enciclopèdic Popular en 1902 tras la represión sufrida en la huelga general  de ese mismo año. 

Barcelona durante la huelga general de 1902
Inspirado en el Ateneu Català de la Classe Obrera, de 1861, iba enfocado (como aquel) a la defensa de los derechos humanos, a la orientación obrera y a fomentar la cultura popular. Temas acerca de los cuales sus socios (que llegaron a ser 25.000) impartían cursos y charlas. Entre ellos había personalidades destacadas como Salvador Seguí, Joan Amades, Joan Salvat-Papasseit (que se encargaba de la sección de la biblioteca) y el ilustrador Carles Fontseré, autor del logotipo del Ateneu que representaba a uno de sus fundadores Francesc Layret, en pleno mitin.


Tras finalizar la guerra civil las tropas franquistas arrasaron y confiscaron la sede de la calle de Carme. Quemaron la biblioteca y casi todos sus archivos según las indicaciones del general Mola de acabar con la cultura obrera. Lo poco que quedó fue a parar a Salamanca y a la biblioteca de la Universidad de Barcelona. 

La biblioteca de l'Ateneu antes del expolio franquista
En 1977, con Franco ya muerto, algunos antiguos socios decidieron crear el Centro de Documentación Histórico-Social. Actualmente es uno de los archivos de referencia para conocer el movimiento obrero de los siglos XIX y XX en Cataluña y su fundación significó el primer paso para recuperar el Ateneu en julio de 1980.  Desde entonces, malvive en un piso del passeig de Sant Joan (sobre la Biblioteca Arús) con sus 37.000 documentos históricos, mientras el ayuntamiento inaugura el Museu de les Cultures e incumple  su promesa de conseguir un nuevo local en condiciones óptimas para el Ateneu, motivo por el cual sus responsables han iniciado la campaña Recuperem l’enciclopèdic. A ver si así el ayuntamiento cumple lo pactado en el año 2011 y les asigna, en breve, una sede como se merece. 


jueves, 5 de febrero de 2015

La momia falsa del príncipe de Viana


Don Carlos de Viana (José Moreno Carbonero, 1881)
En el número 1 de la calle del Príncipe de Viana se encuentra el O’Barquiño, el bar donde no hace mucho entrevisté a Álvaro Ortiz cuando estuvo en Barcelona para presentar Murderabilia. Pero no es de él ni del bar de lo que hoy quería hablar sino del personaje que ha dado nombre a esta calle y, también, de su vida y la historia de su cadáver, que fue transformado en momia gracias a la “creación” de Eduard Toda, un erudito  de Reus,  diplomático y egiptólogo, amigo de infancia de Antoni Gaudí y también íntimo amigo del cronista de Barcelona, Víctor Balaguer.

La calle del Príncipe de Viana, según Víctor Balaguer en Las calles de Barcelona (1865), recibe este nombre “para perpetuar la memoria de Don Carlos, príncipe de Viana, á favor de quien se declaró Cataluña durante el periodo de sus desavenencias con don Juan II”. Juan II era su propio padre, que se casó en segundas nupcias (con Juana Enríquez) tras la muerte de Blanca de Navarra, su primera esposa y madre de Don Carlos. Así que padre e hijo acabaron  enfrentados  por el reino de Navarra que  Blanca había dejado a Carlos en herencia tras su defunción.

Juan II de Aragón

Don Carlos de Navarra y Aragón murió en Barcelona, en el año 1461, a los 40 años de edad siendo enterrado en el monasterio de Poblet sin haber sido momificado, cosa que ocurrió cuatro siglos después. Aproximadamente en 1932 cuando Eduard Toda construyó una especie de Frankenstein-momia con los restos de tres cadáveres distintos escogidos de entre los huesos que encontró en Poblet y que, en su día, fueron recogidos por el capellán de l’Espluga de Francolí. Los había encontrado esparcidos por el suelo del monasterio tras la revuelta anticlerical y la profanación de tumbas de 1837.

Desde su muerte que el cuerpo del Príncipe de Viana descansaba en el Monasterio de Poblet aunque su tumba no solía ser mostrada al público. En el año 2008, un estudio antropológico y genético realizado por las universidades autónoma de Barcelona y de Granada daba a conocer esta rocambolesca historia que llevó a los responsables de la investigación (Miguel C. Botella, Mariona Ibars y Assumpció Malgosa) a la conclusión de que la momia del Principe de Viana no era tal sino una mezcla de tres cuerpos distintos y que ninguno pertenecía a Don Carlos.

Eduard Toda en el museo de Bulaq (El Cairo)
Todo indicaba a que el egiptólogo Eduard Toda hizo la momia escogiendo, de entre los tres cuerpos,  huesos grandes que se correspondieran  con los de una persona de edad similar a la que tendría el príncipe cuando murió. Luego colocó cada uno en su lugar como si de un puzle se tratara. Acabado el trabajo, lo tapó con una capucha y metió el cuerpo en un sarcófago moderno. Además, se preocupó de ciertos  detalles, como ponerle unas manos con las uñas bien cuidadas tal como las tendrían los nobles de la época. En cambio, con otras partes del cuerpo fue menos delicado. La más notoria es la columna vertebral, que “fabricó” serrando las de varios cadáveres distintos para formar una a “su medida” con 8 vértebras en lugar de las 5 que puede llegar a tener todo ser humano. Pero aquí no acaba la cosa ya que al comparar el ADN del supuesto Carlos de Viana con el de su madre, Blanca I de Navarra (enterrada en el monasterio de Santa Maria de Nieva, en Segovia) se descubrió que el cuerpo que había en su tumba tampoco era el de la reina.  

Blanca I de Navarra